Había una vez una nena plantando una semilla en una maceta porque quería flores hermosas. Noche y día trabajaba, hacía mucho esfuerzo.
Como trabajaba noche y día la planta crecía y crecía mucho. La niña estaba feliz de estar logrando lo que quería hacer.
Todos los días regaba y hacía todo lo que podía. Cuando se cansaba seguía igual, aunque estaba enferma ella seguía.
Entonces esperó y esperó que el sol haga salir las hojas. Luego, esperó para que crecieran las flores.
Cuando fue se sorprendió muchísimo por lo que vio y sonrió. Estaba cansada pero feliz.
Iara Herrera
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